No sé si os parecerá obvio o no, el hecho es que cuando leemos se estimula la actividad cerebral y se fortalecen las conexiones cerebrales. Por otro lado, cuando estas se ven afectadas, ejercitar la lectura mantiene activos los procesos cognitivos relacionados con ella. La conexión lenguaje y pensamiento es evidente aunque los científicos no han llegado a un acuerdo acerca de cuánto, cuándo empieza esta relación y en qué medida afecta. O eso he querido entender, no obstante, si alguien puede aportar luz, por favor, que lo haga.

Teniendo en cuenta que la demencia frontotemporal afecta en primer lugar a las capacidades lingüísticas, desde el primer momento, fomentar la lectura me pareció prioritario. Sin embargo, tuve que ir cediendo ante el avance de la enfermedad evitando ser ambiciosa en mis objetivos. Evidentemente, la conexión entre la lectura y el entendimiento se ha visto debilitada hasta llegar a la nula comprensión de lo leído. Pero, conociendo las afecciones de tipo lingüístico relacionadas con la enfermedad, considero que es un éxito que mi madre pueda leer en voz alta aunque no lo haga bien y no entienda lo que dice. Esto ha sido un proceso progresivo y simultáneamente alterno ya que, en ocasiones, llega a entender lo que lee y a veces se sirve de la lectura para comprender o citar algo. Eso sí, estaríamos hablando de palabras y conceptos simples.

Hecha esta breve introducción, me gustaría animaros a que motivéis a vuestros familiares para que lean y lean… No importa que no entiendan lo que lean, con que lo verbalicen será suficiente. La capacidad de hilar sílabas y leer palabras seguirá estando presente en su cerebro mientras la practiquen.

Objetivos
  • Mantener las capacidades lingüísticas.
  • Entender conceptos.
  • Verbalizar.
  • Asociar grafías a fonemas.
  • Potenciar la coordinación muscular vinculada a la pronunciación.
  • Fomentar la escritura.
recursos materiales
  • Libros, cuentos, periódicos…
  • Materiales adaptados para lectoescritura.
  • Cuaderno.
Leer se recuerda leyendo

No os volváis locos, entendedme, no se trata de leer Anna Karenina o que vuestro familiar os haga un comentario de texto de un artículo del periódico. Hay que buscar lecturas sencillas como cuentos ilustrados o fragmentos cortos que puedan ser significativos para la persona.

Deben leerse sin prisa e intentando asociar lo que se ha leído con las imágenes del propio cuento. Si se os da bien dibujar, se puede combinar con dibujos o podéis buscar fotografías en Internet para ayudar a la comprensión. También es conveniente hacer preguntas sobre el texto o, sirviéndoos de vuestro conocimiento personal, enlazar el texto con la propia experiencia o biografía de la persona.

El uso de materiales adaptados puede resultar positivo, en especial, cuando las capacidades lectoras empiezan a mermarse. Nosotras utilizamos este tipo de libros:

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Fotografía de uno de los libros que manejamos.

Como veis, en la parte derecha, los separadores de páginas indican el tema y en cada página, encontraréis distintas imágenes con sus correspondientes nombres. Es muy útil para verbalizar y discriminar objetos y animales, asociándolos con palabras.

Si se puede, es muy recomendable escribir las palabras e incluso hacer frases con ellas. Si se hace esto, en mi opinión, es necesario insistir y leer la palabra y luego señalar el dibujo y volver a leerla.  Esto si es posible, si no lo es, con leer la palabra, señalar el dibujo e intentar reconocer el concepto es más que suficiente.

recomendaciones
  • Más que una recomendación, os advierto: no os frustréis si las capacidades lectoras van en retroceso. Bueno, sé que es fácil decir lo de no frustrarse, otra cosa es no hacerlo. Hay que seguir leyendo hasta el último momento. Para animaros, me gustaría deciros que algunos días, después de leer un rato en voz alta, mi madre está más parlanchina y más despierta. No pasa siempre, pero pasa.
  • No olvidéis la importancia del trinomio leer-escribir-hablar.
  • Para situaciones en las que es difícil mantener el nivel de concentración (como en ingresos hospitalarios), en situaciones en las que hay que esperar o, por ejemplo, mientras paseamos,  la lectura de todo tipo de carteles es otro recurso nada desdeñable porque aumenta el nivel de concentración y, para ser sincera, a mí me reconforta.