O crítica de un libro que todavía no he leído
«Mi padre murió dos veces. La primera, una mañana soleada en la que el Alzheimer nubló su mente y me olvidó. La segunda, tres días antes de Navidad, cuando, convertido en el Bolero de Ravel, dejó de respirar. »Aislado del mundo entre sentimientos de culpa y alivio, no podía dejar de llorar y soñar con él. Perdido en su enorme ausencia, busqué una explicación a todas las emociones que me abrumaban en las vidas de otros hombres y mujeres que habían pasado por lo mismo que yo. Emprendí un viaje por el espacio y el tiempo para encontrar respuestas. Volé hasta el cuchitril en el que Verdi compuso Nabucco; estuve en la brumosa estación de tren en la que Clara Schumann se despidió para siempre de Johannes Brahms; asistí a la noche mágica en la que Joaquín Rodrigo dio vida al Concierto de Aranjuez... Y recordé la tarde de primavera en la que mi padre llegó a casa con tres pequeños cipreses. Ellos me descubrieron el camino de regreso a la vida. Ellos me ayudaron a evitar que mi padre muriese por tercera vez. Ellos me enseñaron que solo el amor puede hacernos inmortales.»
No es la primera vez en mi vida que hago una crítica de un libro sin haberlo leído. Bien pensado, así dicha, esta afirmación no dice nada bueno de mí. Por favor, os pido que seáis indulgentes conmigo porque a veces el demonio bloguero no respeta ni los más básicos principios. En mi defensa, os diré que ya me lo he comprado y que espero ansiosa que llegue a mi buzón. Escribo esta entrada en el Día de la Música siguiendo la recomendación de una amiga muy especial que siempre está ahí con sus acertados consejos y con un exquisito saber que envuelve con todo su cariño para regalármelo así sin más, porque sí. Muchas gracias, querida, me siento muy afortunada. Y si os está pareciendo cursi esta introducción, agarraos los machos, que esto va de emociones.
Esta entrada no está dirigida a nuestros seres queridos enfermos, no. Esta entrada es para vosotros, los que sufrís ese sentimiento de pérdida continuo que parece no tener fin.
Primero presentaré al autor. Formado en piano y canto, de las facetas de Ramón Gener Sala, la más conocida y en la que destaca por su excelencia es la de divulgador musical. No obstante, este pianista, barítono profesional—a pesar de abandonar el canto por «sus propias limitaciones», según afirma—, y escritor es un erudito, licenciado en Humanidades y Ciencias Empresariales, que posee esas dotes comunicativas que solo tienen los grandes para hacernos llegar su pasión por la música. Ha presentado programas televisivos como Òpera en texans (Ópera en vaqueros) para TV3 y This is Opera (Esto es ópera) para TVE. Además de su trayectoria en televisión, colabora en la radio en Hoy por hoy de la Cadena SER y Versió de la RAC1, compaginando todo ello con la impartición de cursos y conferencias. Casi nada.
Tras la muerte de su padre, enfermo de alzhéimer, necesitó encontrarse a sí mismo, regresar a la vida y emprender un viaje que le ayudara a no vivir por tercera vez la muerte de su padre, la del olvido. De esta forma, inicia un recorrido por la historia de la música con el fin de encontrarse con los sentimientos y las emociones universales que vivieron los más grandes artistas. Y como no me he leído el libro aún y presiento que cualquier cosa que escriba sobre él no le va a hacer justicia, prefiero que os lo explique él.
Espero que os hayan emocionado sus palabras tanto como a mí. Por su elocuencia, su modestia y su pasión. Nuestros sentimientos no son nuevos y ahora es cuando os digo, haciendo uso de mi propia cosecha nada original tampoco, que ninguna imagen o palabra podrá expresar y acompañar nuestros sentimientos y emociones mejor que la música.
Me gustaría realizar un pequeño apunte. Discrepo de la afirmación de Gener acerca de la doble muerte de su padre o, al menos, yo lo siento de manera diferente. Mi madre murió ya y muere una y otra vez a diario. La primera, coincido, el día en que no supo quién era yo; y sucesivamente ha ido muriendo mientras que sigo sufriendo el dolor de su muerte cuando me mira con esos ojos vidriosos; cuando no sabe cómo comer o sentarse en una silla; cuando me grita y se enfada sin motivo; cuando tenemos que limpiarla; cuando se cae y no podemos levantarla; cuando llora y no recuerda por qué; cuando vuelve a caer enferma por enésima vez; cuando habla y no se entiende lo que dice; cuando olvidó dónde estaba o quién era para siempre; cuando en su rostro aparece durante un segundo ese gesto tan suyo para luego desaparecer; cuando recuerdo cómo era y lo comparo con la vivencia de nuestro presente; cuando sueño que está bien y que me habla como antes […] De mil maneras, mi madre muere cada día y todavía no entiendo el porqué ni sé cómo afrontarlo.
Espero que este libro me ayude en este proceso de duelo continuo. No deseo encontrar una explicación en él. Solo aspiro a que me ayude a aprender a construir mi camino personal para poder vivenciar su muerte, entender mi sentimiento de culpa y no dejar que la persona de mi madre caiga en ese pozo negro del olvido. Entender que, como otros se enfrentaron a emociones y sentimientos similares a los míos, quizás pueda hacerlo yo también.
Según Gener, Maurice Ravel, que padecía algún tipo de enfermedad neurodegenerativa, compuso su famoso Bolero (con una melodía, un ritmo y un tempo que no cambian pero sí crecen en intensidad) para que aquellos que pierden la memoria no puedan olvidarlo. Y con esta banda sonora con la que Gener despidió a su padre, me despido de vosotros y os deseo un muy feliz Día de la Música.
Marta
Estoy aquí para ti, no sé qué decir. Esta pena duele y quema pero es lo único que tenemos.
yomisma
Solo puedo decirte que muchas gracias, amore. Sé que estás ahí.