Inicio esta serie de actividades que se desarrollan bajo el principio metodológico de mantener los procesos, lo que se conoce como memoria operativa (cómo hago las cosas) Este es el objetivo principal de estas actividades que engloba a su vez la consecución de otros objetivos (psicomotricidad, memoria, motricidad fina…)

Hemos llegado a la cocina. En el caso de las mujeres que crecieron en otros tiempos, la cocina era uno de los lugares centrales de su existencia, sí, no es muy feminista esto, no. Sin embargo, este hecho convierte a la cocina en una cápsula del tiempo repleta de recuerdos sobre hábitos que, por si no os lo había dicho antes, son de los últimos en irse de la memoria. Las acciones rutinarias que se repiten constantemente durante todos los días de nuestra vida quedan fijadas de manera consistente en nuestro cerebro. Así que os recomiendo explotarlo al máximo.

En el caso de mi madre, paulatinamente se fue alejando por propia voluntad de las tareas de la cocina a la vez que la relegábamos de ellas. Un error, pero también inevitable. Necesitaba supervisión constante y resultaba más eficiente, menos peligroso y rápido, nos decíamos, encargarnos nosotros. Pues bien, no hay que abandonar del todo estas tareas. No se trata de que ocupe su rol principal de antes, pero sí que se encargue de hacer algunas cosas, por ejemplo, la cena, con supervisión. Os contaré algunos aspectos que  interesantes:

El orden y el almacenamiento

Se recuerdan los movimientos necesarios a la hora de cocinar o recoger. Es decir, si el aceite se guarda en un armario que está abajo, el brazo y la espalda “recuerdan” el movimiento para cogerlo. La situación espacial parece que viene dada por los movimientos inconscientes indicados por la memoria. En lo práctico, 1) no cambiéis las cosas de sitio, 2) Aseguraos de que la persona se sitúa para cada tarea en el sitio donde se solía situar (podéis corregir esto sobre la marcha).

Dando la vuelta a la tortilla

Elijo este subtítulo porque me percaté de esto pidiéndole a mi madre que hiciera una tortilla. Me quedé impresionada de su facilidad y de la perfección de su vuelta a la tortilla. Algo que se ha hecho millones de veces en una vida, no se olvida. Los músculos del cuerpo olvidan más tarde que el cerebro.

Menú

No se trata de organizar banquetes delicatessen. Se trata de hacer la cena, por ejemplo. Cosas muy sencillas con pocas decisiones. Si veis que la persona se siente segura, podéis probar con la repostería fácil. Este año hicimos juntas una tarta que solía hacer mi madre y fue una bonita y entrañable experiencia.

Estado de ánimo

Si comprobáis que no es el día de cocinar, no lo forcéis. Tristeza y apatía no son buenas para cocinar.

Verbalizar ingredientes e instrumentos

No perdáis comba para preguntar sobre el nombre de los objetos y alimentos. Indicar las funciones de cada objeto viene muy bien para reforzar.

autoestima

Recordad también que os acabáis de convertir en unos chefs disfrazados de pinches. La batuta la lleváis vosotros, pero las acciones las tiene que realizar el cocinero. Estáis ahí para ayudar y, en caso de olvido de alguna acción, antes de poneros a hacerlo vosotros tenéis que mostrar cómo se hace; si esto no funciona, ya tenéis mi permiso para hacerlo vosotros. Según avanza la enfermedad, el pinche tiene que dar prácticamente todas las instrucciones, de manera clara, aun a sabiendas de que no se van a entender y teniendo muy claro que el proceso de preparar el más simple de los platos va a ser una locura; sumándose a esta tarea la de «ir por detrás» haciendo lo que acaba de explicar.

LIMPIEZA

Cocinar también es limpiar. Si hablamos de mujeres (a vueltas con el patriarcado de marras), lo de fregar y limpiar está muy interiorizado. Tarda mucho en desaparecer, pero no penséis que por ello va a estar ahí para siempre. Estáis ahí para recordarles qué tienen que hacer y cómo y, en segundo plano, hacerlo.

Precaución

La mayoría de los accidentes ocurren el hogar. Esto vale para todos. Por otro lado, aunque también es increíble comprobar que la precaución (al ser parte integrante de la memoria operativa) desaparece más tarde que la memoria explícita (nombres de alimentos, por ejemplo) nunca está de más tener cuidado. Mi madre está atenta a los fuegos, por citar algo peligroso, pero siempre viene bien tener mil ojos por si acaso. Un descuido o un lapsus temporal (nos pasa a todos) puede ocasionar un accidente.